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 Primaria
   

Esta fase los niños alcanzan un mayor desarrollo psicomotriz, adquiriendo habilidades motoras finas que les permiten practicar diferentes deportes y realizar distintas actividades como dibujar, recortar y aprender a escribir.
En esta etapa el niño sigue creciendo y se da un alargamiento de las extremidades y el cambio de dientes, entre otras trans­formaciones orgánicas. Durante estos años consigue una cierta armonía, una proporcionalidad en el aspecto físico que se mantiene hasta la adolescencia.Puede llevar a cabo movimientos cada vez más fuertes y precisos y actividades físicas más difíciles.

   
 
         

Desarrollo intelectual

Es notorio el progreso en su aprendizaje en este aspecto, en el manejo del lenguaje, en la comprensión de ideas y en el conocimiento de la realidad. Esta época ha sido llamada el "período de la madurez infantil".

El niño fortalece su capacidad de pensamiento y busca explicaciones lógicas. Puede memorizar gran cantidad de datos y siente profunda curiosidad por saber acerca de sitios, personas y hechos desconocidos. Puede mantener concentrada su atención cada vez por más tiempo.

Ésta es la etapa escolar, lo cual favorece de manera importante el desarrollo intelectual del niño y estimula su afán por aprender, cosa que es extremadamente positiva y debe apoyarse permanentemente. La escritura y la lectura son unas de las herramientas esenciales en este sentido La familia tiene una importante tarea que cumplir con el niño en cuanto a los hábitos de estudio, al desarrollo de las habilidades sociales, al interés por aprender y al favorecimiento de condiciones propicias para la realización de las tareas escolares.

     

El aspecto emocional

El desarrollo del lenguaje le permite al niño expresar cada vez mejor sus emociones y sentimientos, favorecido esto por el acercamiento y la apertura a otras personas, especialmente a los de su edad

En este proceso es fundamental la guía de ios padres para enseñarle ya desde esta fase las tres leyes que el terapeuta Bert Hellinger ha señalado como indispensables en todo sistema familiar y que le ayudarán al niño a vivir su vida con orden desde el comienzo. Son éstas:

La pertenencia:
todos los miembros de la familia deben ser tenidos en cuenta, nadie puede ser excluido, olvidado, maltratado o descuidado.

El orden: existe una jerarquía en la familia que debe ser respetada, es decir, los abuelos están primero, luego los padres, después los hijos.

El equilibrio: todos en la familia deben dar y recibir en igual proporción, es decir que todos tienen deberes y derechos por igual, los cuales deben ser respetados por todos para que haya relaciones de justicia.

El aprendizaje de estas leyes fundamentales le permitirá al niño tener una convivencia armónica con los demás.

     
         

Bases para una personalidad firme

En esta etapa es fundamental la interacción con otros niños para favorecer su socialización y entrenarlo a vivir en sociedad. Tiene estrecha relación con estas vivencias la imagen que él se va formando de sí mismo, en la cual influye la forma en que es tratado por las personas más significativas como son sus padres, hermanos, compañeros y profesores.

También en esta época se consolidan los patrones de conducta y las normas morales aprendidas de las figuras de autoridad, padres y maestros, especialmente.

De ahí lo importante del respeto en el trato al niño y del ejemplo que se le debe dar en términos de comportamientos correctos y sanos, para no favorecer en él desviaciones de conducta inadecuadas y perjudiciales a la larga para todos. Por ejemplo, si un niño desde temprana edad ve a sus padres robar, aprenderá a su vez a hacerlo e incorporará en su vida de adulto este patrón incorrecto de conducta. Igualmente ocurrirá si se le muestran valores y principios sanos.

     
     
Algunas recomendaciones prácticas
   

Ante todo, es indispensable estar en constante comunicación y diálogo con el niño, escucharlo y compartir sus experiencias en la casa, la calle, el colegio, estar al tanto de sus amistades y de las personas con quienes entra en contacto.

   

El niño debe ser tratado en esta etapa como lo que es: un menor de edad, y no exigirle actividades de adulto o pretender, por ejemplo, que cumpla el papel de esposo o papá si éste abandona a la familia.

   

Tampoco debe enterarse de lo que ocurre entre papá y mamá, pues la relación de pareja es asunto solamente de los mayores y los hijos no deben usados como intermediarios, árbitros o víctimas en los conflictos conyugales, ni estar informados de ellos.

   

Desde que nacen, aunque el papá o la mamá ya no estén en la familia, debe enseñársele a los hijos a respetar y honrar al padre y a la madre, con todo lo bueno y lo no tan bueno, agradeciéndoles el regalo que les dieron: la vida.

Favorecer la integración del niño en el hogar, en la escuela y en diversos ambientes propicios para su adecuado desarrollo físico, emocional e intelectual.

   

Fomentar la autonomía del niño estimulándolo a tomar decisiones como elegir la ropa que desea usar, permitirle participar en excursiones escolares, etc.

   
         
  Hacer que colabore progresivamente en las responsabilidades domésticas, lo cual contribuye a su maduración y aprendizaje. Estas tareas deben ser adecuadas a sus posibilidades y estimular su iniciativa. No deben darse discriminaciones en cuanto al sexo en este sentido.
   
  Enseñarle a hacerse responsable de su aseo y arreglo personal, y de sus cosas, de modo que aprenda desde pequeño el orden en todo.
   
  Disciplinarlo con amor y respeto, de modo que aprenda las normas básicas de convivencia familiar y social. Por ejemplo, adiestrarlo en el dominio de sí mismo, el control de la agresividad, la aceptación de la autoridad, etc.
   
  Canalizar adecuadamente su espíritu crítico y hacerlo capaz, a su vez, de soportar la crítica, a la cual tendrá que enfrentarse en todas las etapas de la vida.
   
  Es el momento de enseñar al niño a administrar el dinero, asignándole una cantidad determinada para sus gastos.